Vocación

Toda persona desea descubrir el sentido último de su existencia, encontrar algo que la lleve a la realización plena. El ser humano que viva conscientemente, tiende a cuestionarse sobre as opciones y decisiones a tomar, sobre el destino que ha de dar a su vida, sobre el  ser y el hacer.

Con una visión cristina creemos que todos reciben la semilla de la vocación. En el origen de su significado, la palabra vocación se traduce como llamado; Dios nos llama a realizar una visión en el mundo; en esta  perspectiva, la existencia humana nunca estará entregada en el ocaso.

La vocación es especial y única; Dios nos llama a partir de una realidad concreta para ser sus brazos en la construcción del Reino de Dios viviendo en el amor. La adehesión al llamado passa por uma experiencia de Dios, de su amor, hecha de forma íntima y personal. Él actúa en nuestra historia marcada por el pecado y por la gracia y se comunica a través de ella tocando nuestra vida y revelando el bien mayor.

La respuesta al llamado de Dios envuelve pérdidas y ganancias; así “cuando encuentra una perla de gran valor, la persona va y vende todos sus bienes y compra esa perla.”(Mt, 13, 46). Es siempre una realidad que nos ultrapasa, como una pequeña semilla de mostaza que crece y queda mayor que todos los árboles. (Mt 13, 32).