Cristianos laicos y laicas

¡La sal de la tierra  y la luz del  mundo, en la Iglesia y en la sociedad! Los cristianos laicos y laicas recibieron por el Bautismo y por la Confirmación la gracia de ser Iglesia y, por eso, la gracia de ser sal de la tierra y luz del mundo.

Los que reciben la gracia del seguimiento se tornan discípulos misioneros. El discípulo, tocado por el llamado, aprende, el seguimiento en el estilo de vida Jesús; descubre el vivir como Él, y se torna anunciador y es testigo.  

En los bienes recibidos del Espíritu Santo y colocados al servicio de la edificación de la comunidade eclesial y de la sociedad, los cristianos laicos, hombres y mujeres, son llamados a la santidad. Son llamados a asumir activamente la vocación de ser sal de la  tierra y luz del mundo, ayudando em la transformación de la sociedad. Deben adentrarse en la humanización, que construye un mundo más humano.