“Soy la vid verdadera y tú eres mi ramita permanece en mí y darás muchos frutos” (Jn 15, 1-15).
“Antes que tú nacieras, te conocía, antes que estuvieras en el vientre de tu madre te consagre” (Jr 4,1-5).
Mi nombre es Mariela Daza López, nací en Jenesano Boyacá, el 16 de julio 1974, de una familia muy sencilla, conformada por mis padres Fauriciano Daza y María Bárbara López y ochos hermanos, dos varones y seis mujeres. Ocupo el cuarto lugar en el orden de nacimiento.
A los 12 años realice mi primera comunión fue una experiencia muy linda, al año siguiente inicie la preparación de mi Confirmación, que la realice a los 15 años, fue la experiencia más hermosa que cambio totalmente mi vida. Allí nació mi búsqueda de Dios, mi vocación comenzó a manifestarse.
Tenía 16 años cuando una amiga me hablo de una Comunidad Religiosa donde podía seguir estudiando el bachillerato en la noche y trabajar en el día. Me gustó la idea y llamé, quien respondió, me dio el número de otra persona: era una Religiosa. Cuando la llamé, ella me invitó a conocer la Comunidad, pero no me gustó la idea para nada así que desistí.
Para mí el domingo era sagrado participar de la santa misa. Aquí volví a sentir la sensación que experimente el día de la confirmación, la estaba experimentando de nuevo y con más fuerza, me hablaron de la vida religiosa, a lo que decía muy interesante, pero me estaba comprometiendo con un chico y pensaba, me voy a casar con él. Desde entonces no volví a comunicarme por un tiempo, pues no sabía porque estaba allí, tenía temor y eso de la vida religiosa no entendía nada, estaba muy confundida.
Los meses fueron pasando y cuando ya estaban, los planes, listos para empezar a volar. Otra vez volvió a sonar aquella inquietud dentro, de la comunidad religiosa, me volví a comunicar con la hermana y esta vez me invitaron a un retiro espiritual, y acepte. Esto fue algo grandioso para mí, fui conociendo la Congregación, su misión, lo que hacían y esto me iba llenado realmente. Me sentía como San Agustín, cuando dice “tarde te amé hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé, yo te buscaba fuera y Tú estabas dentro de mí”.
Luego al finalizar el año me invitan a una misión a Santander. Esta marcó tanto mi alma, y aunque tenía pocas posibilidades de que me admitieran ya que requería ser bachiller y todavía no lo había terminado así que no sería por ahora. Le dijo a la hermana que terminaría y después, a lo que respondió, envía la carta de solicitud y si es de Dios te dan la admisión y si no pues termina y luego miras. Finalizó este año, tenía ya 18 años se inició el nuevo año con la familia con ellos iba creciendo y tenía nuevos propósitos.
A mediado de enero regrese a mi trabajo a Bogotá dispuesta a luchar por mi sueños. Si ninguna esperanza de ingresar a la comunidad, descartando esta idea. Pero la hermana de la Comunidad que me acompañaba en el discernimiento me llama y me da la noticia de que soy recibida en la comunidad, me informa de los requisitos que debía llevar. Que el ingreso era el 28 de enero, dije que no podía, puesto que tenía un contrato de trabajo, y no tenía dinero para llevar todo lo que pedían, por otro lado mi hermano jamás me perdonaría que desbaratara nuestros sueños, esto era muy duro, la decisión más dura de mi vida, pero tenía que decidir.
Ingresé a la comunidad un 28 de febrero del 1996, y lo primero que dije cuándo puse el primer pie en la entrada de la comunidad fue, es para siempre, hasta que la muerte, me una totalmente a Ti en la eternidad, “De aquí a la Eternidad”. Todo era nuevo, la experiencia fue muy linda, muy exigente. Los primeros años de formación fueron muy duros y pensé que no lograría seguir, pues no me sentía preparada para tan grandes retos y desafíos. No obstante en medio de esta exigencia crecía algo muy grande dentro que era maravilloso y por otro iniciaba la confrontación de mi misma, con grandes interrogantes que tenía que aclarar.
La felicidad era grande, los retos también, e inicie todo un proceso de conocimiento personal… y bueno pronto me visitó una compañera de camino que me acompañaría por un largo rato, la enfermedad, quien me acompañó por casi 15 años. Tenía que someterme a un proceso quirúrgico por pólipo nasal y tratamientos para las alergias. Fue duro, para alguien que hasta ahora tenía buena salud y de pronto todo cambia, no me deje prostrar pues Dios me dio la fuerza para manejar mi limitación y el dolor de la misma y seguir adelante y fue allí donde se fortaleció mi vocación, la capacidad de resiliencia de una manera muy grande, que me llevó a convertir la enfermedad en una oportunidad para crecer espiritual y humanamente.
Cuando ingresé a la comunidad “Soñé con ser una gran Maestra espiritual” y hasta hoy este sueño sigue con mayor fuerza y también sueño con especializarme en Psicoterapia de familia y ser un verdadero Instrumento en las manos de Dios, “Un lapicito con el que, Él pueda escribir su nombre y su mensaje en muchos corazones”.