Fundado en 1924 por Hna. Otilia Conradi, el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús de Mompox ha brindado sus enseñanzas a generaciones enteras en esta región de Colombia.
El 09 de noviembre de 2024 festejamos cien años de vida de este magno colegio, y alguien diría que “Cien años no son nada,” y sin embargo hoy podemos contemplar con agrado y perplejidad como se ha engrandecido esta obra, visualizada por Santa María Bernarda inspirada por el Espíritu Santo. Es un siglo de luchas, de empeños, de plegarias, de diaria enseñanza del amor y la misericordia de Dios, de siembra cotidiana de: humanismo franciscano, esperanza de la buenas nuevas, de razonados y oportunos consejos para los niños y jóvenes, radicales encomiendas para la insigne vida profesional y familiar.
Cerramos una bella época de nuestra historia y concluimos que el camino de estos cien años que han hecho las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, es el camino de la paz y el bien y de la confianza total en el Sagrado Corazón de Jesús y en su Santísima Madre y la intercesión de Santa María Bernarda Bütler.
Celebramos un siglo de educación en este colegio formador de mentes y corazones, siguiendo la pedagogía del amor y la misericordia de Santa María Bernarda y el humanismo de San Francisco de Asís.
Durante Diez décadas, las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora han recorrido sus pasillos con vigilancia y protección hacia la niñez y juventud locales. Su incansable labor se ha centrado en sembrar valores de paz, bienestar y encuentro espiritual entre sus alumnos. Con abnegación, caridad, humildad y desprendimiento han procurado despertar en ellos la fuerza transformadora del amor cristiano, dedicando su ministerio a iluminar el porvenir de quienes han pasado por sus aulas, dejando una huella imborrable en esta importante región de la costa norte colombiana.
Son cien años que este reconocido plantel educativo ubicado en la Tierra de Dios sigue formando nuevas generaciones con una pedagogía basada en impartir el conocimiento con dedicación y cariño con base a las palabras que algún día pronunciara Santa María Bernarda: “vuestro más vivo interés ha de ser la promoción moral e integral de las personas a quienes educáis” y precisamente invitan a cada uno de los comprometidos en el sendero de la enseñanza a convertirse en verdaderos constructores de paz, en verdaderos sembradores de bien, esto significa ser capaces de crear en él un ambiente de convivencia cristiana asumiendo la actitud del Buen Pastor (Jn 10,1-4);
Cien años de labor educativa se centran en la persona como ser único e irrepetible, protagonista de una sociedad justa, comprometida con su educación y su formación integral a través de cuatro dimensiones o ejes fundamentales, cuya finalidad es impartir una formación integral acorde con el desarrollo de las potencialidades humanas, e integrada a la realidad y circunstancias concretas en las que se desenvuelve sus miembros y egresados; de manera que la formación en valores, como la vida, solidaridad, servicio, honestidad, el trabajo, responsabilidad y tolerancia, entre otros, se refleje en la vida cotidiana, y así contribuir a la convivencia humana y al desarrollo pleno de sus capacidades. Estos ejes son:
- Formación de lideres;
- Calidad en el servicio y excelencia académica;
- Proyección social;
- Evangelización, comunión y celebración;
Este onomástico centenario sacorazonista, es el resultado de una labor realizada con amor; donde esta generación centenaria y las anteriores son evidencia de que la semilla sembrada por Sor Otilia Conradi y todas las hermanas cayó en tierra fértil y el fruto de lo sembrado bien vale la pena recogerse, gracias a que a lo largo de este siglo se brindó lo mejor con amor.
Fueron pasando los años y con ellos vinieron los cambios que han marcado cada una de las etapas del colegio, siempre dirigidos por mujeres empoderadas, quienes en sus distintas administraciones han logrado que esta alma mater sea reconocida regional y nacionalmente, por la calidad académica y humanista de sus estudiantes, calidad basada en la excelencia, con finalidad de impartir en cada uno de ellos una educación integrada a la realidad y circunstancias concretas en que se desenvuelven, forjando una adecuada convivencia humana y desarrollo pleno de sus capacidades. De esta manera, el Colegio ha contribuido a la formación de un gran número de jóvenes, que hoy integran activamente a una sociedad que les reconoce por su calidad profesional y humana y quienes se enorgullecen al decir que son Exalumnos sacorazonistas.
En estas bodas de hueso, las beneméritas hermanas que han dirigido los destinos del colegio, se han caracterizado, en primer lugar, porque en el cumplimiento de su misión han sabido mantener estrecho contacto con la comunidad Momposina, apoyando el servicio en el deseo de ser solidarias, siendo testimonio vivo de amory caridad para los habitantes de este Distrito Histórico y Turístico. En segundolugar, porque las decisiones tomadas por las directivas han sido siempre acertadas en todos los aspectos, tanto en la formación humana basados en lapedagogía de la misericordia de Santa María Bernarda como en la adecuación,remodelación y ampliación de la planta física, buscando el bienestar de lacomunidad educativa y del colegio, considerado como patrimonio de todo elpueblo momposino y de su área de influencia.
Conmemoramos hoy cien años de vida de este magno colegio, y alguien diría que; “Cien años no son nada,” y sin embargo hoy podemos contemplar con agrado y perplejidad como se ha engrandecido esta obra, idealizada por Santa María Bernarda inspirada por el Espíritu Santo. Es un siglo de luchas, de empeños, de plegarias, de diaria enseñanza del amor y la misericordia de Dios, de siembra cotidiana de la esperanza, de razonados y oportunos consejos para los púberes, drásticas encomiendas para la insigne vida profesional y familiar. Por otra parte, la preparación académica, profesional, la calidez, humanismo, la afabilidad y espíritu cristiano de su cuerpo docente han sido un baluarte en los que se ha apoyado el estudiante sacorazonista.
Todas estas realidades unidas al entorno maravilloso y realismo mágico de la ilustre Villa de Santa Cruz de Mompox, donde su arquitectura colonial, sus calurosas, silenciosas y estrechas calles, sus evocadoras plazas, sus templos, sus costumbres, el espíritu franciscano y el carisma congregacional de casi 128 años en sus habitantes, sus paisajes sobre el río son circunstancias que también han influido en la idiosincrasia del estudiante sacorazonista.
Hoy, nos corresponde seguir construyendo esta hermosa historia , la que leerán las generaciones futuras y que reto tan grande se no plantea, nada menos que seguir resignificando el carisma congregacional de nuestro Seráfico Padre San Francisco y de Santa María Bernarda a través de la pedagogía en niños y jóvenes que son el potencial definitivo en la construcción de una sociedad más justa que valora la vida con dignidad humana: “No descuide usted, la difícil tarea de una buena orientación, ella exige paciencia y reflexión, diálogo, observación y duro bregar. Es formar mentalidades y convencer; es construir escala de valores y es prudente discernir” (Carta nº 100).
En este siglo de oro, la diferencia de nuestros bachilleres con relación al resto de sus pares de las otras instituciones educativas de la depresión Momposina, radica en la formación humana y cristiana, bajo la impronta congregacional, que le aporta a la construcción de una nación fraterna, acorde con los requerimientos de transformación y visión moderna del desarrollo. Dicha formación facilita la posibilidad de entrar en contacto con una realidad diferente a la que se vive a diario (visitar y ayudar a personas marginadas, enfermas o necesitadas) y despierta y estimula la sensibilidad por lo social, lo que permite ser constructores de una cultura de paz y bien dentro de una sociedad más justa y humana, a través de la evangelización, comprometida con el respeto y la protección del medio ambiente, la formación académica y la asimilación del conocimiento, que motiven a la reflexión crítica de la realidad, siendo líderes, emprendedores y gestores de la transformación social en la etapa del posconflicto en nuestro país.
Finalmente, dicha diferencia se complementa con la investigación y el desarrollo de la ciencia haciendo uso de herramientas tecnológicas que podamos aplicar correctamente a la educación, articulada a un pensamiento que respeta y cuida la naturaleza, es decir, la casa común como el lugar para vivir y convivir.
Cerramos una página más de nuestra historia y concluimos que el camino de estos cien años que han hecho las Hermanas Franciscanas, es el camino de la paz y el bien y de la confianza total en el Sagrado Corazón de Jesús y en María Auxiliadora. Gracias a ellas por continuar con su labor callada y persistente donde se busca una formación en valores como eje fundamental en la formación del nuevo hombre colombiano en general y Momposino en particular, solidario, crítico, analítico, cooperador, productivo, amante de la ecología y competente laboralmente, acorde con los perfiles ocupacionales del municipio, el departamento y la nación, para ser parte activa en la construcción del país que anhelamos.