El 8 de junio, en todo Brasil, celebramos la Fiesta del Cuerpo de Dios, conocida como Corpus Christi en la tradición católica. Esta solemnidad se repite cada año, 60 días después de la Pascua de Resurrección. Esta es la manifestación pública de los católicos de su fe y reconocimiento de Jesús en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Esta fiesta atrae a una gran multitud de personas.
La Solemnidad del Corpus Christi es la única ocasión prevista en el Derecho Canónico en la que la Eucaristía se traslada por la vía pública con fines de adoración y bendición. Para preparar este momento, se ha conservado una tradición durante muchos años. Comunidades, pastorales, movimientos y otros grupos eclesiales se unen para crear y ensamblar las alfombas por donde debe pasar la Sagrada Eucaristía. En el día del Corpus Christi esta tarea comienza temprano.
El Corpus Christi y las tradiciones vinculadas a esta solemnidad recuerdan a acontecimientos bíblicos. A través de la adoración pública de la Eucaristía se recuerda el camino del Pueblo de Dios, peregrino buscando la Tierra Prometida. En el Primer Testamento, la gente fue alimentada con maná en el desierto. Este hecho es una prefiguración del Nuevo Testamento, donde Jesús, el Hijo de Dios encarnado, es el pan vivo bajado del cielo. Con la institución de la Eucaristía, El se da a sí mismo como alimento. Las alfombras confeccionadas por los fieles se remontan al Domingo de Ramos, cuando el pueblo recibe a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén como Príncipe de la Paz, humilde, montado en un burro.
Este año, las hermanas y laicos funcionaris de las obras, así como miembros de ALMABER, participaron en la confección de las alfombras en las diversas parroquias donde están presentes. A través de este arte se evangeliza y promueve el encuentro fraterno en la comunidad eclesial. Los principales motivos del montaje de las alfombras estaban relacionados con el tema vocacional, con la representación de las obras y con Santa María Bernarda.