Misión de ALMABER
El Carisma del laico (a) ALMABER ES VIVIR EL EVANGELIO. Ese es el corazón y fuente del proyecto de vida franciscano. Francisco deseaba vivir el Evangelio “sin glosa”, esto es, al pie de la letra, sin explicaciones. La Palabra de Dios no es para ser explicada, sino vivida. La Palabra de Dios es: el Cristo encarnado, su testimonio de vida. Y su amor que no es una intuición, sino algo concreto; siendo Dios, se insertó en la historia humana por la Encarnación; vivió en medio de su Pueblo, experimentó al extremo la condición humana en todas las dimensiones; vivió radicalmente el amor a punto de enfrentar la muerte en la cruz. Siendo plenamente humano fue enteramente divino, venció el mal y la muerte con el bien y resucitó. Para Vivir el Evangelio, es fundamental en la vida franciscana, conocer a Jesucristo y seguir sus pasos.
Santa María Bernarda insistía mucho que el Evangelio no fuera apenas el libro para reverenciar y meditar; Él debe ser el CAMINO a ser recorrido, la vida concreta del cristiano; el Evangelio era su ESTRELLA POLAR, su norte, su guía. El amor evangélico es expresado en la relación con Dios, con los hermanos, hermanas y consigo mismo.
Para los (as) franciscanos (as), los valores del Evangelio se deben tornar en vida, testimonio; esa es la primera forma de evangelizar, de hacer pastoral; después podrán venir las demás. Para ALMABER, eso acontece, ante todo, en el seno, en la fraternidad laical, en el mundo del trabajo y en la convivencia social; allí encarnan el Evangelio de forma creativa, atrayente y contagiante.