4º Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio de Marcos (1, 21-28)

21 Llegaron a Cafarnaúm, y Jesús empezó a enseñar en la sinagoga durante las asambleas del día sábado.
22 Su manera de enseñar impresionaba mucho a la gente, porque hablaba como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la Ley.
23 Entró en aquella sinagoga un hombre que estaba en poder de un espíritu malo, y se puso a gritar:
24 «¿Qué quieres con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé que tú eres el Santo de Dios.»
25 Jesús le hizo frente con autoridad:
26 «¡Cállate y sal de ese hombre!» El espíritu impuro revolcó al hombre en el suelo y lanzó un grito tremendo y luego salió de él.
27 El asombro de todos fue tan grande que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? Una doctrina nueva, y ¡con qué autoridad! Miren cómo da órdenes a los espíritus impuros ¡y le obedecen!»
28 Así fue como la fama de Jesús se extendió por todo el territorio de Galilea.

Palabra del Señor.