4º Domingo de Adviento

Evangelio de Lucas (1,26-38)

En aquel tiempo,
26 fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
28 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
29 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo,
32 y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?».
35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,
37 porque ninguna cosa es imposible para Dios».
38 Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.

Palabra del Señor.