Cartagena, julio 21 de 1913
¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:
“Mientras los sumos sacerdotes y los ancianos lo acusaban, no respondió nada. Entonces le dice Pilato: “¿No oyes de cuánto te acusan?” Pero Él nada respondió, hasta el punto que el procurador se quedó muy extrañado”.
Amadas hijas, ¿qué les parece este misterioso silencio de Cristo? ¿Callará por causa propia, por prudencia, miedo, o será otro el móvil de su divino callar? Sepan, el Cristo silencioso obra en calidad de pedagogo, les enseña una lección:
- Que callen en medio del dolor y de los acontecimientos adversos.
- Que se callen cuando las critican y humillan.
- Que sepan escuchar silenciosas cuando las amonesten, oportuna e inoportunamente.
- Que se abstengan de toda queja, porque es preferible para una religiosa callar.
- Que no se callen al ser ofendidas, porque puede llegar la tentación de callar por resentimiento.
Hermanas, evoquen ante todo la imagen de Cristo silencioso cuando la fantasía se ve presa de la rebeldía causada por la incomprensión, las acusaciones, la falsa interpretación y la condena injusta sin apelación. ¡Miren a Cristo, y quédense en paz! Él no se justifica, ni se defiende. Conversa por dentro con su Padre y le ofrece la virginidad de su dolor. Sofoquen desde un principio la rebeldía interior, no sea que las domine la imaginación y las derrote su hipersensibilidad. ¡Resistan valientes y callen! Créanme, una actitud así, lejos de despersonalizar, las promoverá rápidamente en el camino de la perfección. Tienen la gracia y con ella todo lo pueden.
Insisto y les aconsejo ante todo la práctica del silencio interior, antídoto del desorden psicológico y de una fantasía exaltada. El Dios de paz y de amor se manifiesta en medio de la calma, mas nunca en la rebelión. No me interpreten mal, quiero que estén felices y se santifiquen.
Adiós por María, la Madre de Dios, las saluda su madre,
María Bernarda del Sagrado Corazón de María.
(Cartas de Espiritualidad # 1)