Agosto 14, de 1914
¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:
El Beato Champagnat afirma que la religiosa necesita mantener buenas relaciones respecto a dos personas: Dios y la responsable. Fácilmente reconocemos nuestra total dependencia frente a Dios, pero, ¿hasta dónde conviene llevar nuestra dependencia de la responsable?
El Evangelio nos da la respuesta: “El que las escucha a ustedes, a mí me escucha; y el que las rechaza, a mí me rechaza; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”.
Hermanas, ¡reflexionen! ¿De veras se sentirán tranquilas y acatadas por Dios, si frente a la encargada simulan y tratan de tergiversar sus órdenes? ¿Obran bien, si se hacen las sordas para preferir sus propios puntos de vista? ¿Será señal de madurez y de liberación personal, si al dañar, perder o disponer arbitrariamente de cualquier cosa, apelan al disimulo, sólo para evadir una ligera humillación?
Son bagatelas, ¡dirán! Sí, ¡ciertamente! Pero consideren el malestar psicológico que pueden producir tales infidelidades prolongadas. Hermanas, sean hijas aprovechadas de nuestro padre fundador y anden como él con toda sencillez, sinceridad, humildad y rectitud delante de Dios y de los hombres.
¡Paz y Bien! a ustedes mis hijas, que procuran realizarse en la congregación, bajo la luz de la fe y en pos de una “¡obediencia sincera!”
Por Cristo obediente, las saluda su madre,
María Bernarda del Sagrado Corazón de María
Cartas de Espiritualidad #1