Obra Pía, diciembre 22 de 1916
¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:
¡Hermanas y Madre, todas juntas piden a Dios para ustedes una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo!
Amadas hijas, conságrense de nuevo al Divino Infante. Prométanle que de veras quieren vivir y sufrir sólo por Él, y que no desean más que su Divino Beneplácito. Comiencen una auténtica vida de espíritu, de lucha sin tregua contra sus faltas, y de un esfuerzo grande por adquirir la virtud.
No pierdan un solo instante para promoverse y buscar la verdadera felicidad. Esta es premio de una vida santa, a imitación de su modelo: “Jesús”. Dígase cada una de ustedes: este año con sus 365 días y las 24 horas de cada uno de ellos, serán vividos en función de la eternidad. Les oigo sollozar y alegar su miseria personal.
¡Animo y confianza! Con Cristo y con su ayuda vencerán y serán capaces de responder a las continuas exigencias de la gracia. Vacilar sería necedad. No miren hacia atrás, ni se quejen del cúmulo de dificultades. ¡En esto sí, les doy la razón! ¡Y se deben precaver y ser cautelosas! ¡Y se deben conseguir un navío seguro para la travesía a la eternidad. La embarcación ya está lista, ¡suban a bordo y remen!
He aquí la dulce y segura “obediencia” que las llevarán sin zozobrar a la orilla opuesta. Ella jamás se desvía, excepto cuando ordena pecar… ¿Han recibido siquiera una vez el mandato de pecar?… ¡Acójanse pues a la obediencia! Díganse: ¡Dios lo quiere así, Amén! No dialoguen jamás con su razón carnal. Obedezcan con alegría y fe, no sea que se estrellen contra el escollo de la razón natural y del capricho.
Hermanas mayores o no, imiten al Niño de Belén. Busquen sus privilegios de honor y de autoridad en la humilde sumisión a la obediencia. Guiadas por ella, arribarán seguras a las orillas de la eternidad.
¡Que Dios les conceda esto a todas por igual! Las saluda su madre que las ama,
María Bernarda del Sagrado Corazón de María
Cartas de Espiritualidad #1