Noviembre de 1914
¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:
Reciban mi mensaje desnudo: “¡Luchen!”. Saben, me puse por tarea recordarles constantemente. Dios quiera que los demás que velan por sus almas y por su promoción, me apoyen en este trabajo.
La experiencia nos enseña que la época actual es desacralizante. Palpamos sus efectos también en nuestras filas. La mentalidad moderna se opone a todo lo que duele, mortifica, humilla y encauza. Pero ¡Cristo no duerme! Su Iglesia multiplica los medios para nuestra formación, nos instruye y nos pone entre manos las armas que requiere el tiempo actual.
Hermanas, ¡consideren el coraje con que luchan los que defienden una patria terrenal! ¿Seremos nosotras menos valientes? Si somos sinceras debemos confesar nuestra cobardía y falta de generosidad. Cuántas veces decimos:
- ¡Ahora no me venzo, porque no puedo!
- Luego no miramos a determinadas personas, porque ¡no las pasamos!
- De pronto nos hacemos las silenciosas, porque ¡estamos resentidas!
- Aquí no obedecemos, porque ¡la orden no nos parece actual!
Así se comportan las “hermanas desacralizadas”. Ni vivencia del Evangelio, ni imitación de Cristo. ¿De quién serán discípulas?
Les suplico a ustedes responsables, analicen en las reuniones conventuales los hechos prácticos vividos en comunidad. Descubran y analicen comunitariamente las causas y los medios de enmienda. Hagan “contra” a esta corriente desacralizadora, ¡luchen!
Con todo, eviten la exageración y recuerden nuestra debilidad natural. Mi intención es animarlas y exhortarlas, para que sigan resueltas las huellas de Cristo Redentor. ¡Ánimo pues, amadas hijas! ¡Entren en la brecha, presenten sus armas de la abnegación! Pueden ser heroínas sin verter una sola gota de sangre. Todas sus victorias serán anotadas en el libro de la vida; serán admitidas a las bodas eternas; ¡recibirán el premio de los que perseveran!
¡Adiós! Por la Virgen de la Cruz, las saluda su madre,
María Bernarda del Sagrado Corazón de María.
Cartas de Espiritualidad # 1