Cartagena, enero 10 de 1918

¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:

Procuren sacar de las lecturas espirituales el mejor provecho posible. Este ejercicio comunitario es un magnifico medio para fomentar la perfección de nuestro estado. Suplico a las superioras que lleven a sus ovejuelas a fértil pradera. Prepárense bien para ofrecer un alimento nutritivo, sacado de fuentes que ilustren sobre votos y virtudes religiosas. Enseñen también una buena catequesis actual… Hagan hincapié sobre verdades especiales explicitadas y refuercen las ideas expuestas con ejemplos prácticos. Relacionen las lecturas, oportuna y prudentemente con el diario acontecer de la vida comunitaria.

La “Lectura espiritual” ha de estar al servicio de una vida consagrada, auténticamente virtuosa. No suceda que se les deba aplicar las palabras del Profeta Rey: “Tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven; tienen oídos y no oyen” (2)… Hijas, esta cita es para quienes no quieren ver sus propias insuficiencias, ni se quieren auto-promover. A ellas les tocará dar cuenta estricta por tantas gracias sin aprovechar.
Conozco hermanas sinceras que admiten el gran bien que sacan de las lecturas espirituales hechas comunitariamente. Pero, conocí también a otras que se molestaron a causa de dicho ejercicio. Eran miembros perezosos y quisquillosos, y perdieron la oportunidad de la perseverancia entre nosotras. ¡Que Dios las guarde de semejante mal!

Finalmente, aludo a hermanas agradecidas y fidelísimas a las orientaciones recibidas en los ejercicios comunitarios. En todo un año jamás les pude observar una falta contra la humildad. Marcharon con paso firme por el sendero pedregoso de la virtud. Amadas hijas, ¡imítenlas!
¡Adiós! Por el Sagrado Corazón de Jesús, las saluda su madre

María Bernarda del Sagrado Corazón de María

Cartas de Espiritualidad #1