Agosto 11 de 1914

¡Ave María!

En Jesús amadas hijas:

¡Felices nosotras, hijas de la Madre Iglesia! Cuán sabia y amorosa orientación nos imparte esta Madre, durante nuestro peregrinar por esta tierra. Saboreen su doctrina: “Hasta los cabellos de su cabeza están todos contados. ¡No teman!”.

Vean, hermanas; la Voluntad de Dios nos rodea por todas partes y por tanto:
– Naden cual pececillos felices en las aguas claras de la voluntad del Padre!
– Revístanse de fe viva y ¡sumérjanse en el misterioso océano del Querer Divino!
– Establézcanse allí, y ¡pronto experimentarán un incremento saludable de esperanza, seguridad y amor! Tengan confianza, porque ¡el Padre todo lo dispone con sabiduría y amor!

Amadas hijas, ¿por qué temen? Este trabajo que les toca realizar; esta carga que deben tolerar; este reproche, tal equivocación; esta tensión; tal dolor; aquel fracaso y este temor, todos son remedio para curar y ocasiones para crecer. Era bueno que me humillara, confesó el rey David. Aprendamos la lección y no nos comportemos como niños necios que caprichosamente rehúsan la ocasión que mortifica, pero que a la vez engrandece!

– Tengan “pues” fe para ver las causas segundas, el rostro luminoso de Aquel que todo dirige para el bien de sus hijas.
– Marchen confiadas al encuentro de aquella Luz que es Camino, Verdad y Vida!
– Repitan mil y mil veces desde lo más íntimo de sus corazones: ¡Bendita y alabada sea la Santísima Voluntad de Dios, y amada más que todo cuanto existe!

Oremos para que nuestra entrega a esta adorable Voluntad de Dios, se haga eficaz en todos los momentos de nuestra vida!

Por María, la Madre de Dios, las saluda su madre,

María Bernarda del Sagrado Corazón de María.

Cartas de Espiritualidad #1