Obra Pía, septiembre 20 de 1915

¡Ave María!

En Jesús amadas hijas:

“¡Del contacto con Cristo emerge el alma consagrada, revestida de sin igual belleza espiritual!”. Hermanas, ¿quieren que les señale el camino a ese paraíso interior? Escuchen:

  • Es el sendero estrecho y pedregoso de la perfección.
  • Es el camino de liberación de toda falta voluntaria por mínima que sea.
  • Es la ruta por donde transitan las almas virginales.
  • Es el surco de la gracia en el cual se cultivan conscientes la fe, la esperanza y la caridad.

Por todos estos caminos pueden llegar al recinto tres veces santo, donde mora la Santísima Trinidad. Pertenecen a Cristo; Dios mismo vive dentro de ustedes su vida trinitaria y las llama a participar en ella. Nadie y nada, ni ser humano, ni ocupación alguna las podrá separar de Cristo. Acostúmbrense a volver a ustedes mismas, siempre que las circunstancias lo permitan. ¡Cristo las espera, Cristo las comprende, Cristo las ama!

¡Dialoguen con ÉL! Cuéntenle sus penas, sus tensiones, sus luchas, sus fracasos.
Confíenle sus repugnancias en la obediencia, su indignación frente a cualquier injusticia, a cualquier inconsideración.

Háblenle de su miedo al dolor, a la humillación. Pero, háblenle también de su amor, resuelto a perdonar, a amar y a olvidar.

  • Es así, mis amadas hijas, como levantan un trono de gloria a Dios en su corazón.
  • Es así, como se une piedra a piedra para la Jerusalén interior, donde habita el Dios Uno y Trino.
  • Es así como muren la muerte mística que les abre las puertas del cielo.
  • Es así, fructificado por el constante contacto con Dios, como recibe valor y se hace eficaz su apostolado;

Su labor en la educación será bendita; sus enfermos sanarán; y ustedes se sentirán dichosas por su vocación.

¡Adiós! Con cordiales saludos, su madre,

María Bernarda del Sagrado Corazón de María

Cartas de Espiritualidad #1