Obra Pía, octubre 11 de 1915

¡Ave María!

En Jesús amadas hijas:

De veras, San Francisco de Asís es el protagonista más cabal de la humildad y de la pobreza absoluta.
¡Contémplenlo! Las alabanzas no hacen mella en él; ve en ellas un himno que se eleva al Padre que está en los cielos; permanece inconmovible, sereno. Al contrario, las humillaciones y el rechazo le causan fruición. Aquellos que lo atacan, contradicen y calumnian, son objeto de su amor de preferencia. El amor a Cristo humillado hasta la muerte, hace que Francisco ame la humildad y la considere como expresión por antonomasia de una pobreza absoluta.

El antagonista de la humildad es la soberbia. Esta se parece a una sierpe enmascarada en mil figuras. Esta es la tentadora que nos instiga a buscar la vana satisfacción de las efímeras adulaciones, que como polvo y escoria, sepultan las perlas de la humildad, precio del Reino…

Queridísimas hijas, no pongan su confianza en religiosa alguna, joven o anciana, súbdita o superiora, que no dé pruebas de una humildad sincera, en palabras y también en obras.

La vocación de nadie está asegurada, sin esta preciosa virtud evangélica.

  • Vean, ¡qué frutos amargos produce el orgullo! Les aseguro, que si este vicio no se combate vigorosamente entre nosotras, y esto en lo más pequeño, y por lo menos por parte de la mayoría de las hermanas de la Congregación, ésta, ¡tarde que temprano perecerá!
  • ¡Sólo habrá esperanza de salvación, si Dios en su misericordia se digna suscitar nuevos miembros según su Espíritu y su Corazón, resueltos a amar, buscar e implantar de nuevo esta preciosa virtud de la humildad!

Hermanas, ¡ánimo y valor para aprovechar las ocasiones! ¡Nadie llega a ser humilde sin ser humillado!

¡Adiós! Por María, Madre de Dios, las saluda su madre,

María Bernarda del Sagrado Corazón de María.

Cartas de Espiritualidad # 1