Cartagena, marzo 27 de 1916

¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:

Santa Cecilia, la artista de divinas sinfonías, arrastró consigo a las alturas de la contemplación, a no pocas almas. Esto pueden hacer también ustedes en su apostolado de la educación y enfermería.

Hermanas, introduzcan a sus encomendados en los misterios del año litúrgico. Canten con ellos los júbilos, y conjuntamente lamenten los dolores de nuestra Madre la Iglesia. En la cuaresma, acérquenlos a Cristo Paciente. Muéstrenles los azotes, la corona de espinas, los clavos, la cruz y la prisión. Son muy sensibles, se mueven a penitencia, y fácilmente arden en amor en presencia de Cristo escupido y ultrajado por causa nuestra.

Deseo que las Superioras y Directoras den conferencias en los colegios y hospitales con ocasión de alguna fiesta del año litúrgico. Ojalá asistan también las hermanas profesoras y enfermeras, y que apoyen las enseñanzas en la vida práctica. Sean sencillas y cortas en su exposición y busquen el verdadero provecho del grupo al cual se dirigen. Interrumpan de cuando en vez para dialogar y asegurarse del modo de asimilación de la doctrina presentada.

Hermanas, apliquen este método en las mil ocasiones de su apostolado. Es tan pobre la formación cristiana recibida en el hogar, y muy poco asimilada la Palabra predicada entre sus confiados. Prepárenlos también con mucho esmero para la Confesión y Comunión. Esta preparación tiene su eco en toda la vida. Cuando traten del pecado, hablen preferentemente en “tercera persona”. No exageren la gravedad del pecado. En caso de duda, ilústrense debidamente, y recuerden, que tratan personas laicas y no religiosas. Inspírenles confianza hacia el confesor y pondérenles la seguridad del sigilo sacramental. Refuercen también en ellos la convicción de que los pecados bien confesados son también totalmente perdonados y olvidados.

Deseo que en esta preparación tome parte personalmente la Superiora o Directora, y que hagan el último esfuerzo para evitar todo error en este servicio a las almas. Tomen estos avisos como pautas de obediencia y ríndanme cuenta en la próxima ocasión.

¡Adiós! Por la Madre de Dios las saluda cordialmente su madre,

María Bernarda del Sagrado Corazón de María.

Cartas de Espiritualidad #1