Obra Pía, agosto 21 de 1915
¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:
El Autor Sagrado da este consejo: “No amas a tu hijo si le ahorras la corrección”. Este consejo conviene a todo hombre y también al alma consagrada. Sería necia la religiosa que, en vez de agradecer pagara con resentimientos a Dios y a sus orientadores, cualquier humillación o cualquier aviso.
Hermanas, no puede adquirir verdadera humildad quien desprecia la corrección, un aviso sincero o cualquier orientación. Este es el camino que Dios ha trazado a cada una de las hermanas para alcanzar la virtud de la humildad. Feliz quien esto comprenda, porque encierra sabiduría que ilumina, y es medicina que cura y salva.
Hijas mías, ¡qué infantilismo digno de toda compasión, aquel de una hermana corregida, que llora, gime, se resiste y anda melancólica cual chiquilla de tres años! Semejante conducta manifiesta ignorancia e ingratitud para con Dios y la persona orientadora, empeñados en promover a quienes tienen buena voluntad.
Tú, hermana resentida, eres inmisericorde contigo misma, pues rechazas lo que está destinado a tu salud. Mira a tu Cristo: ¡es atacado, despreciado, odiado y calumniado por causa tuya! No ves, que miembros descontentos, resentidos y orgullosos son asesinos de la caridad y de la alegría que debe reinar en toda fraternidad, y los mismos seglares se desedifican con su conducta.
Amadas hijas mías, sean todas sumisas, suaves y valientes para dejarse amonestar y orientar. Sean luchadoras en pos de un Cristo humilde, y hallarán paz para sus almas.
¡Adiós! Por María, la Madre de Dios, las saluda su madre,
María Bernarda del Sagrado Corazón de María.
Cartas de Espiritualidad #1