Cartagena, diciembre 24 de 1913

¡Ave María!

En Jesús amadas hijas:

Les falta con frecuencia la comunión diaria; lo lamento de todo corazón. Aprovechen esta hambre de Eucaristía para que sus escasas comuniones sean mucho más fervorosas.

Hermanas, hagan de sus encuentros eucarísticos un medio eficaz para fomentar la “común-unión” en sus fraternidades. La Sagrada Comunión es el Banquete de Amor por excelencia, y su fruto propio es el amor.

Amadas hijas, deseo que todas sus comuniones estén preparadas con anterioridad, mediante los pequeños servicios de caridad:

  • Trátense siempre y en todas partes con sincera afabilidad.
  • Desechen enérgicamente todo juicio desfavorable respecto a cualquier persona.
  • Perdonen, de todo corazón, palabras bruscas, olvidos y desatenciones.
  • Sean pacientes y ámense recíprocamente.
  • No se retiren a descansar al fin del día, sin haber cancelado toda deuda concerniente a la Caridad.

Todo esto realícenlo con recta intención, es la mejor preparación remota para recibir la Sagrada Eucaristía. Estimúlense mutuamente en estos ejercicios. En estas condiciones, la sagrada Comunión producirá ricos frutos y sus fraternidades se convertirán en asilos de Paz y reverberos de auténtica caridad. Si un día nos tenemos que quejar de la falta de mutuo amor, es señal de que no sabemos comulgar.

Hermanas, si comulgamos bien, avanzaremos en la perfección. La perfección es vida en el amor que destruye el aislamiento y lleva a la unión. Seamos cuidadosas en no lastimar la caridad; esta no solo muere a filo de espada; languidece y muere también a consecuencia de alfilerazos repetidos a menudo.

Que el Dios del amor las plenifique y que la eucaristía sea el crisol de su “común-unión”. Estoy segura que quien haya sabido perdonar, y quien siempre supo amar, tendrá entrada franca a las bodas del Cordero. Pidamos esta gracia, las unas por las otras.

Por la Madre de Dios, las saluda su madre,

María Bernarda del Sagrado Corazón de María

Cartas de Espiritualidad #1