Marzo, 7 de 1912

¡Ave María!

En Jesús amadas hijas:

Cultivemos la vida de intimidad con Dios. El contacto con Cristo nos hará fuertes para cualquier exigencia de nuestro diario vivir y, sobre todo, hará que nos amemos unas a otras como Cristo y el Padre se aman.

Sí, grande es nuestra obligación del recíproco amor, porque desde siempre ¡fuimos amadas, y somos objeto de eterno amor! Hijitas amadas:

  • Que la Madre del Amor Hermoso las lleve de su mano y las conduzca a Jesús, horno del Amor Divino.
  • Que jamás aflijan tan tierno corazón de madre, con faltas contra la caridad.
  • Nunca esquiven las miradas; no se miren con frialdad.
  • No se nieguen la palabra, dialoguen prontamente.
  • Sean generosas para perdonar y listas para servir.
  • No corran a llevar noticias; jamás deben exagerar.

Créanme amadas hijas, es indispensable que aprendamos a amar. Sírvannos de modelo los mismos corazones de Cristo y María, prototipos de toda Caridad. ¡Contemplémoslos, imitémoslos! Esta excelsa virtud es digna de los mayores esfuerzos y es también la más vulnerada en las fraternidades.

Estamos en crisis por las continuas innovaciones y cambios desmesurados. Hoy más que nunca necesitamos formar una sola alma y un solo corazón. ¡Unamos nuestros esfuerzos y formemos un solo corazón! Renovadas así en la verdadera caridad, podremos estar seguras, de que la congregación  tomará rumbo a las alturas y progresará.

Pero, no olviden, ningún amor es duradero si no  se edifica sobre la humildad. Hermanas, ¡amémonos de todo corazón y seamos humildes!

Por María, la Madre de Dios, las saluda su madre,

Maria Bernarda do Sagrado Coração de MARIA.

(Cartas de Espiritualidad #1)