Obra Pía, julio de 1916
¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:
Remordimiento grande y desasosiego sin fin, será la porción de almas religiosas locuaces. No tendrá buen espíritu la hermana parlera, ni reinará buen espíritu en las fraternidades donde se descuida el silencio.
Velemos mucho nosotras, superioras, responsables y hermanas mayores, en nuestros diálogos y consultas oficiales. Hablemos en el lugar adecuado y de modo conveniente. No nos presentemos en las reuniones improvisadamente, llevemos ideas y proposiciones maduradas en la oración. Evitemos dar mal ejemplo a nuestra juventud.
También las hermanas jóvenes han de ayudar a estructurar un ambiente de grata quietud. Eviten mucho las conversaciones que poco fomentan y mucho estorban un apostolado eficaz, y que pudieran destruir la caridad. ¡Qué dulce es el deber cumplido en sosegada paz y al amparo de la obediencia! De este gozo poco disfrutarán las responsables de una fraternidad.
Pero, tengamos espíritu de discernimiento. Distingamos: “qué, cuándo y dónde hablar”. Nunca pongamos el silencio al servicio de nuestro resentimiento y de la simulación. Lleven todas nuestras palabras una buena carga de “temor de Dios”. Un aire benéfico de suavidad y santa quietud ha de expandirse por toda la casa. Hablemos en queda voz, y reflejen todos nuestros ademanes, dominio y equilibrio personal. Al regresar de nuestro apostolado, sumerjámonos gozosas en este ambiente de tranquilidad y paz. Ayudemos a que la vida de la fraternidad se desenvuelva bajo la presencia de Dios; que ésta sea el tesoro más apreciado de nuestra comunidad.
Hermanas, condicionemos este tesoro del recogimiento y cuidémoslo con amor. Seamos gente bien educada que sepa mantener una atmósfera de sosiego y paz. No nos dejemos aventajar por personas de fuera con su cultura y discreción, mientras nosotras nos debatimos en el bullicio y el desorden; estimulémonos con el recíproco ejemplo. ¡Qué dulce es dialogar con Dios y experimentar su santa presencia!
¡Adiós, oren por mí! Las saluda por la Madre de Dios, su madre,
María Bernarda del Sagrado Corazón de María.
Cartas de Espiritualidad #1