María Auxiliadora

La Congregación de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora tiene a Nuestra Señora como su santa patrona bajo el título de María Auxiliadora o Nuestra Señora Auxiliadora. Pero ¿de dónde viene esta devoción?

El convento que acogió a Santa María Bernarda, mucho antes de su llegada, es decir, en el siglo XVI, al parecer, se consolidó a partir del movimiento de mujeres piadosas surgidas en la Edad Media llamadas Beguinas. En esta época el convento se integró a la Tercera Orden Regular de San Francisco de Asís, asumiendo el carisma franciscano y pasando a llamarse Capuchinos de María Hilf.

Junto al convento había una capilla. El obispo local inauguró esta capilla bajo el patrocinio de María Hilf. Traducido del alemán, pues, María Auxiliadora. No se sabe con seguridade qué motivó esta devoción en aquella época. Pudo haber ocurrido debido a la influencia de alguna espiritualidad o algún acontecimiento ocurrido durante ese periodo. Lo que sí se sabe es que en Europa se cultivó una fuerte devoción a María Auxiliadora tras la batalla de Lepanto de 1571, ganada por los cristianos luchando contra la dominación de los moros. Desde allí, el Papa Pío V incluyó el título de “María Auxiliadora” en las letanías de Nuestra Señora.

Imagen ilustrativa – La Pietá

Imagen de María Auxiliadora – Pintura

Pero también se sabe que San Juan Crisóstomo, en el siglo V, llamó a la Virgen María Auxiliadora y que San Juan Damasceno, en el siglo XIII, difundió la devocación a María Auxiliadora. Estos acontecimientos denotan la distinción a María Auxiliadora desde los inicios de la Iglesia. Cualquiera de estas influencias pudo haber dado lugar a la iniciativa de dedicar la capilla del convento a María Auxiliadora.

Cuando Santa María Bernarda partió para la misión en Ecuador, después de haber dedicado veinte años a la vida religiosa contemplativa, ella y sus seis compañeras renunciaron a sus derechos y deberes para partir hacia lo desconocido. En la despedida, ante la imagen de María Auxiliadora, las misioneras y las demás religiosas rezaron e invocaron la protección y bendición de Nuestra Señora para el camino y la iniciativa que emprendían. La congregación surgida de este éxodo misionero adoptó también a María Auxiliadora como su patrona, expresando el deseo de vivir en fidelidad a las intuiciones de su origen.

La imagen de María Auxiliadora, a la que eran devotas Santa María Bernarda y las hermanas de María Hilf, tiene un aspecto diferente de la imagen de María Auxiliadora que conocemos hoy. En lugar de una corona en la cabeza, el Niño Jesús en brazos y el cetro real en la mano, esa imagen evoca a la Madre de la Misericordia. Es Nuestra Señora quien abre su manto y acoge bajo él a todos sus hijos, especialmente a aquellos necesitados de la misericordia divina. Su mirada está atenta a las realidades que acoge bajo su manto.