11er Domingo del Tiempo Ordinario

26 Jesús dijo además: «Escuchen esta comparación del Reino de Dios. Un hombre esparce la semilla en la tierra,
27 y ya duerma o esté despierto, sea de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo.
28 La tierra da fruto por sí misma: primero la hierba, luego la espiga, y por último la espiga se llena de granos.
29 Y cuando el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»
30 Jesús les dijo también: «¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué comparación lo podríamos expresar?
31 Es semejante a una semilla de mostaza; al sembrarla, es la más pequeña de todas las semillas que se echan en la tierra,
32 pero una vez sembrada, crece y se hace más grande que todas las plantas del huerto y sus ramas se hacen tan grandes que los pájaros del cielo buscan refugio bajo su sombra.»
33 Jesús usaba muchas parábolas como éstas para anunciar la Palabra, adaptándose a la capacidad de la gente.
34 No les decía nada sin usar parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.