Obra Pía, octubre 28 de 1913

¡Ave María!
En Jesús amadas hijas:

Quiero exponerles hoy tres aspectos importantes acerca de la virginidad consagrada:

I.CONTROL DE LA AFECTIVIDAD:
Hermanas, dense cuenta en qué dirección se mueve su simpatía natural; examinen una por una las personas que son su objeto. La simpatía natural puede producir inconvenientes como:

  • Intranquilidades que afectan el alma e influyen en su actividad externa.
  • Debilitamiento del espíritu de oración.
  • Dicotomía del corazón entre Dios y las criaturas.
  • Incapacidad para practicar la virtud.
  • Tentaciones sin fin.

Amadas hijas, teman las tentaciones nacidas del trato demasiado frecuente, libre y tierno con personas de su preferencia natural; las podrían arrastrar al abismo. No tengan por bagatelas demostraciones de ternura, miradas libres e insinuantes, tomarse de la mano, sentarse muy juntas, confidencias íntimas, etc.

El estado sacerdotal y consagrado, son tierra santa; han sido admitidas a ella por misericordia de Dios. Diferente es la castidad laical a la virginidad consagrada. Han jurado fidelidad al Esposo Celestial, no rompan este pacto, sería destruir el amor. Recuerden la invitación a alabar a Dios que les hace el Eclesiástico: “Como incienso derramen buen olor, ábranse en flor como el lirio, exhalen perfume, canten un cantar, bendigan al Señor” (2).

II.SINCERO RECONOCIMIENTO DEL ESTADO ACTUAL DE VIRGINIDAD:
Hermanas, no toleren la “duda” en cuestión de castidad. Sean claras y sinceras sus confesiones. En caso de escrúpulos, el confesor les indicará el remedio. No se dejen martirizar de la falsa vergüenza. No destruyan la paz de su alma a causa de falta de sinceridad en la acusación sacramental.

III.VIRGINIDAD CONSAGRADA:
Esta se halla en íntima relación con la “sagrada Eucaristía”. Comulgar es unirse con Cristo; es tomar el pan de los elegidos y el vino del cual brotan vírgenes. No comulguen de cualquier manera: sea su preparación remota un día pasado sin faltas voluntarias; acérquense al Banquete Divino con humildad, amor y santo fervor. Estas virtudes les ayudarán a triunfar de las tentaciones, también en lo tocante a la Castidad.

Amadas hijas, no teman las tentaciones, son un medio de purificación. Una Castidad trabajosamente adquirida y valientemente defendida, es muy grande a los ojos de Dios. Por tanto, ¡sean castas y velen!

  • Eviten aún las más pequeñas indelicadezas contra la castidad y la modestia.
  • Sean recatadas en todas partes, al caminar y al descansar.
  • Practiquen la modestia sin ser encogidas.
  • Usar el baño, es una necesidad pero no lo prolonguen por sólo darse gusto; háganlo en presencia de Dios.
  • Su conversación ha de ser castísima, especialmente en presencia de hermanas jóvenes; por ser éstas tan sensibles en cuestión de castidad.
  • Acérquense a la sagrada eucaristía siguiendo el consejo del Apóstol: “Celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia y perversidad, sino con ánimos de pureza y verdad”.

Hermanas, quien las trate debería sentirse impresionado por la castidad que irradian. Recuerden que la virginidad es una virtud muy grande y complicada, es más que la simple ausencia de máculas carnales. La virginidad es amor total y trascendental. Es ansia creciente de unión y experiencia de Dios. La castidad perfecta se cultiva y crece en la oración y el silencio, y es fruto de la contemplación. Por la virginidad se une el alma con la Pureza Increada, objeto único que sacia totalmente su amor. ¡Sólo Dios la atrae, y solo Dios le basta!

Hijas muy amadas, ¡aspiren con todas sus fuerzas a la posesión de esta pureza perfecta y de este Amor Absoluto! Oremos las unas por las otras para poder conseguir esta preciosa virtud.

Adiós! Por María, la Madre de Dios, las saluda su madre,

María Bernarda del Sagrado Corazón de María

Cartas de Espiritualidad #1