Cartagena, mayo 4 de 1913

¡Ave María!

En Jesús amadas hijas:

“El Espíritu de la verdad, las guiará hasta la verdad completa”.
Quiera el Espíritu Santo llenarlas con su septiforme don, para que las renueve y comiencen una vida nueva. Dejen que el Espíritu de Amor impregne y oriente todos sus pensamientos, palabras, obras y padecimientos.
Amadas hijas: la obra del Espíritu Santo en ustedes exige cooperación; reclama un dinamismo valiente para dominar sus tendencias naturales; vigilancia atenta de sus facultades internas y externas; inmolación del egocentrismo y una activa, humilde y sosegada vivencia interior. Créanme, donde se deja rienda suelta a las inclinaciones naturales, no puede hacer su obra el Espíritu de Dios. Las tendencias naturales tienen un poder arrollador y se oponen diametralmente a la acción divina. Ceguera espiritual y claudicaciones sin fin detectan su presencia. ¡Qué daño nos hacen, qué persistentes son! Por la gracia, el Dios Uno y Trino que habita en nuestras almas, las quiere poseer e intenta llevar en pos de sí sus mentes y corazones. La acción divina, sin embargo, puede ser estéril por la acción contraria de sus malas inclinaciones.
Amadas Hijas, ¡escuchen! Si quieren llegar a la verdad que salva, han de vencer resueltamente los obstáculos que se oponen a ella. Quien logre ejercitarse libremente en la humildad y la sencillez, hará grandes experiencias liberadoras.
Oremos las unas por las otras. Por María la Madre de Dios, las saluda su madre, María Bernarda del Sagrado Corazón de María.

María Bernarda del Sagrado Corazón de María.

(Cartas de Espiritualidad #1)