Será una historia en el constante abrazo de un SER, que como suave aliento, irrumpe en un lugar distante, llamado Argelia de María. Era el aliento de Dios que se posaba en una familia sencilla, con principios y compromisos cristianos, conformada por papá, mamá y 10 hijos; sopló fuerte y puso su mirada misericordiosa en mí, Regina, sexto lugar según el orden cronológico de nacimiento, la más débil, pero ÉL abrió el abanico de mi vida con nuevas ilusiones y expectativas, un profundo deseo de servir y consagrarme a la Causa de Jesús y en ÉL, a la Iglesia.

Es entonces cuando en enero del año 1970 me aceptan en la CONGREGACIÓN DE HERMANAS FRANCISCANAS MISIONERAS DE MARÍA AUXILIADORA, después de conocerlas y ser invitada por la Hna. Reinelda Giel, Superiora Provincial (Provincia San Francisco de Asís – Medellín), en el internado que tenía la Provincia en el municipio de Granada – Antioquia.

Desde mis inicios, he sido enviada a distintos lugares y a diferentes frentes en la misión, esto me ha permitido descubrir el dolor humano, el abandono y la soledad de tanta gente desposeída y golpeada por la falta de equidad y en otros casos la ausencia de valores cristianos.

He visto también rostros satisfechos reflejo de su entrega generosa, el testimonio alegre, convicciones profundas como fruto de esa presencia viva de un Jesús hecho humanidad en muchas de mis hermanas que han sido un regalo y motivación para vivir día a día mejor mi compromiso, al igual que la alegría de la entrega, sentir la necesidad de darme sin condición y la presencia viva de Dios que me habla desde cada lugar, cada circunstancia, cada ser humano y un profundo amor a la Iglesia y a la Congregación

Hoy con gozo y firmeza con la plena certeza que no me equivoqué en la respuesta al llamado generoso que hace 50 años El Señor me hizo, con el corazón pleno de alegría doblo mis rodillas llenas de GRATITUD ante Él, porque no fui yo, ha sido ÉL quien me ha sostenido, en los tiempos de invierno y oscuridad, derramando sobre mis miserias la inmensidad de su AMOR.

Testimonio personal: Hna. Regina Alzate Ospina